viernes, 18 de julio de 2008

Autoestima del Venezolano

La autoestima nace en el hogar, en el contexto de cómo somos tratados, de las oportunidades de experimentar, de lo que se supone que es ser alguien, del trato con las demás personas y de las posibilidades de afirmarnos como individualidades, de ser autónomos para definir nuestras vidas a partir de un pensamiento propio, de tener criterios válidos y del grado de satisfacción con nosotros mismos.
En el libro, Autoestima del Venezolano, nos habla sobre referencias retóricas, a la idiosincrasia, cultura popular, modus vivendi y hasta podemos atrevernos a tocar el termino de statu quo, muy propio de la sociedad venezolana, inmerso en el primer capitulo del libro, Barroso cita un dicho popular que identifica plenamente la situación venezolana; el cual dice, “El que miseria llama de la miseria vive”.
El autor, disgrega la cultura de vida del venezolano en 3 niveles, los cuales son:

Cultura del Abandono:
La cultura del abandono pudiera ser definida como la actitud consecuente de renuncia, bien sea hacia, los deberes o responsabilidades innatos de la persona, así como también a la pelea de hacer valer sus derechos, hecho extremadamente común dentro de la vida cotidiana.

Cultura del Maltrato:
La cultura del maltrato, nos indica, que el común de los venezolanos, se superpone ante sus semejantes a través de la humillación y la vejación pública o privada, Barroso asevera que todo el sistema social y educativo esta orientado hacia el maltrato, es decir, “se trata de prohibir, que los de abajo obedezcan, se sometan, reconozcan la autoridad”.

Cultura de la Ignorancia:
En términos que el autor relaciona con la autoestima, la cultura de la ignorancia, la dirige hacia el resentimiento que ha desarrollado en venezolano para con las figuras de autoridad, paseándose desde el padre de un niño, hasta Dios mismo.
En el desarrollo de este libro el autor divaga y diserta, acerca de cómo este cúmulo de factores ha determinado la esencia del carácter del venezolano, concluyendo, que ese tan mal llamado “sabor caribeño”, no es otra cosa que marginalidad, en el mejor sentido de la palabra, que es aquella persona que vive al margen – valga la redundancia – de las leyes, normas, o el sentido común, y pasa aun mas capítulos describiendo la paradójica democracia, que la engloba en una celebre frase de Simón Bolívar que reza: “tengo muy poca confianza en la moral de nuestros conciudadanos y sin moral republicana no puede haber un gobierno libre”.

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